jueves, 7 de abril de 2011

ensayo del amor

El amor
El amor sigue siendo el fantasma. Ya no se justifican las relaciones por el amor que se le tiene a la otra persona, al contrario, como hemos visto, solo se justifican en términos materiales, de estatus personal, de individualidad.
En el Arte de amar, Erich Fromm plantea con certeza que el amor al final es admiración hacia el otro. Pero la admiración que domina en este momento ya no es la que tiene que ver con la inteligencia, la sensibilidad, de la otra persona, su vocación humanista o espiritual, sino que se justifica en lo material.
El amor, entendido como el máximo sentimiento que pueda tener una persona, es suprimido y sustituido por razones de estatus y aceptación, por el dinero que aparentemente genera comodidad y estabilidad, pero que en el fondo sigue produciendo separación, angustia emocional, engaños colectivos, vacíos existenciales, negación de lo espiritual y, en consecuencia, negación de la propia naturaleza humana.
Es la muerte del amor real y el nacimiento del amor conveniente, especie extraña que se desvirtúa en su raíz. El amor por su propia naturaleza no es conveniente, no existe.
El amor es invisibilizado en estos tiempos, se pasea triste y reprimido como un fantasma que no puede salir a la calle, porque teme ser apedreado y humillado, y en consecuencia, llegar a sentir ese dolor insoportable del que ama y es traicionado por quien es la razón de su existir, de su amor.
Pareciera ser la elección entre vivir sin amor o morir con él. Pareciera ser el momento de cantar con Joaquín Sabina: “Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren…”, una elección sin opciones ni esperanzas, una elección sin amor; porque el amor en esencia no se supone creador de muerte para los seres humanos.
Quizás podríamos entender que para amar en la actualidad hay que saber que la muerte circunda y amenaza, porque tarde o temprano terminamos descubriendo que el amor en sí mismo ya ha fenecido, que sólo es un fantasma que anda asustando los corazones de los incautos seres humanos que, contra corriente, insisten en tratar de resucitar algo de ese fantasma.

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